Cuando veas un jardín maravilloso felicita al jardinero, pero no dejes de buscar al amo del lugar para agradecerle haberlo hecho posible.
Cuando un jardín te resulte triste y abandonado consuela al jardinero y aléjate del amo del lugar.

martes, 30 de abril de 2013

"¡Llibertat, amnistia, estatut d'autonomia!"

Era la Barcelona de mil novecientos setenta y no se cuántos. Aunque el que ahora escribe jamás corrió delante de los grises, ni fue detenido, ni nada de todo eso*, sí que estuvo en alguna movida de las de entonces, unas veces por acompañar a un amigo, otras de casualidad, alguna vez embutido por la fuerza del entusiasmo general en una Diada multitudinaria y festiva.

Sea por el paso de los años o porque yo era muy joven o porque es la verdad, el caso es que yo lo recuerdo muy diferente de lo que ha venido después, no me parece que tenga nada que ver aquello que viví en mis tiernas carnes con lo que contemplo en mi patria chica ahora (y en la Patria no tan chica), con 54 años yo, con 35 la cosa esta de las nacionalidades, con un siglo más el mundo.
Que se diría que el siglo ha sido hacia atrás y no hacia delante.

Los adolescentes gritábamos "Llibertat, amnistía, estatut d'autonomía". Y también gritábamos "Queremos los Donuts sin agujeros". En serio (en serio que lo gritábamos, no que lo gritábamos en serio). Todo era con tal alegría - y con tal falta de malicia - que contagiaba. "Llibertat" porque creíamos que no la teníamos y que nos la iban a dar. "Amnistía" para que - pensábamos nosotros - 'salgan de la cárcel las personas buenas que no han hecho nada y que han encarcelado injustamente'. "Estatut d'autonomía" no sabíamos qué carajo era pero rimaba de coña.

Ahora que todo se ha estropeado hasta lo increíble, tampoco las manifas son lo que fueron. Odio, resentimiento y mala folla se reflejan en las caras, los gestos y los gritos. Toda mani es un vómito de bilis, una demostración de todo lo contrario a aquella LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD de unos tiempos que serían bellos, si no hubieran resultado ser el principio de un gran engaño.


* Si todos los que han afirmado luego que corrieron delante de la policía, que fueron encarcelados, que aquello era un sinvivir, que estaba prohibido hablar en catalán, que ellos fueron anti-franquistas activos, que tal y que cual pascual,... si no estuvieran mintiendo, si no llevaran haciéndolo desde que eso fue lo fácil, lo seguro y lo rentable... entonces no se daría la absurda circunstancia de que los que ni siquiera existían odien tanto algo que no conocieron.
¿Se puede, por ejemplo, nacer nacionalista? Claro que no se puede. Y las condiciones que se han de dar para que un colectivo actúe "contra unos invasores" son: que se dé tal invasión y que ese colectivo pase a estar peor que antes de ser invadidos. Ni lo uno ni lo otro se da, ni se dio, sino todo lo contrario, se da, en la piel de toro.

Si recibiéramos un guantazo en los morros cada vez que faltáramos a la verdad; entonces muchos se cabrearían, porque entonces esto volvería a ser la España en la que nací y me crié.        

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